Durante su mensaje anual al Parlamento en la Asamblea Federal del país euroasiático, el mandatario ruso, Vladimir Putin, condenó el miércoles el uso de las sanciones “ilegales” y coercitivas por parte de la comunidad internacional para cambiar, por la fuerza, los gobiernos de algunos países.
Añadió que, desgraciadamente, el mundo se ha acostumbrado a imponer voluntades a la fuerza amparándose en sanciones ilegales, lo que, a su entender, “se está convirtiendo en algo mucho más peligroso”, poniendo de relieve que estas restricciones son medidas para imponer la voluntad a otros y también para desarrollar sus metas.
En este sentido, Putin aludió a la situación en Venezuela, Ucrania y Bielorrusia, y resaltó los intentos del Occidente por interferir en los asuntos internos de los referidos Estados, a fin de incitar a la gente a perpetrar un golpe de Estado.
“Se puede tener cualquier opinión sobre el expresidente de Ucrania Víktor Yanukóvich; el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, o el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, pero la práctica de organizar golpes de Estado, planes de asesinatos políticos, incluidos los de funcionarios de alto rango, superan todos los límites”, destacó el presidente ruso.
En el aludido discurso, Putin acusó expresamente al Occidente de orquestar un golpe de Estado en Bielorrusia, que contemplaba el asesinato de Lukashenko, sin embargo, esta intentona fracasó.
Al respecto, el presidente bielorruso expresó en su día sus sospechas de que Washington estaba de detrás de su intento de asesinato, apoyándose para ello en los descubrimientos hechos por el Servicio de Inteligencia Exterior (SVR, por sus siglas en ruso) de Rusia.
De igual modo, el mandatario ruso recordó lo ocurrido en 2014 en Ucrania, junto a conocidos sucesos, como los de Euromaidán, a los que catalogó de golpe de Estado contra el entonces presidente de Ucrania, Víktor Yanukóvich.
Las tensiones entre Rusia y el Occidente se han incrementado en las últimas semanas, especialmente después de que Ucrania enviara varias tropas, bajo el paraguas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), cerca del flanco occidental de Rusia.
Rusia ha condenado en reiteradas ocasiones las intromisiones de la OTAN, encabezada por EE.UU., en las relaciones entre Kiev y Moscú.