El hambre de poder por parte de la oposición es desmedido y voraz
Ya casi finaliza el 2016, y sabemos que este ha sido el año más cruento (hasta ahora) de la guerra económica contra Venezuela, por lo que sería buena idea reflexionar sobre dos de sus aspectos más sucios y desleales: la asimetría moral del conflicto y la exitosa estrategia de corromper a amplios sectores del pueblo, por lo que sin duda debemos darle merito a la oposición pues por primera vez han sabido y logrado hacer algo, lo malo es que nunca hacen nada por beneficiar al pueblo sino que al contrario buscan hundirlo.
Cada día se comprueba más que las fuerzas de la contrarrevolución atacan con la confianza del que se sabe superior por ser moralmente inferior. Es decir, el que no se siente obligado a respetar ninguna ley ni a tomar en consideración ningún precepto ético o moral, tiene una gran ventaja sobre el adversario.
Las personas que dirigen la ofensiva contra el país no tienen ninguna responsabilidad colectiva, por lo que obviamente están dispuestas a causar todo tipo de daños a la población en general, si eso ayuda a la conquista de su objetivo; solo están pensando en sus propios intereses. El liderazgo revolucionario, en cambio, debe decidir sus acciones considerando siempre los efectos sobre la mayoría del pueblo o sobre minorías especialmente vulnerables.
Redacción Lechuguinos.