La enfermera norteamericana Dawn Wooten, dijo que a las migrantes le hacen esterilizaciones forzadas, sin el consentimiento de las féminas.
Como “un experimento de campo de concentración” define la enfermera Dawn Wooten, esterilizaciones o remociones de útero que se practicaban en un centro del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en el estado de Georgia, Estados Unidos.
Según denunció la mujer ante al Departamento de Seguridad Nacional, ciertas mujeres inmigrantes que eran detenidas y llevadas a este centro, eran sometidas a histerectomías, una cirugía para extraer el útero, que tiene como resultado la infertilidad total de la mujer y la interrupción del periodo menstrual.
Wooten trabajó durante tres años en un ICE. En ese tiempo, fue testigo de cómo en estos centros se violaron los derechos de varios inmigrantes detenidos. El más escalofriante es el caso de “el colector de úteros”, un ginecólogo que no ha sido identificado aún, pero que, según la enfermera, operaba a varias de las mujeres retenidas, fuera del centro.
“Todas las mujeres a las que él ve tienen una histerectomía, todas. Él incluso le sacó el ovario equivocado a una joven”, afirma Wooten, “esa es su especialidad, él es un colector de úteros”, agrega la enfermera, quien no tuvo conocimiento directo de lo ocurrido, aunque sí recibió referencias de las mujeres detenidas.
Tampoco se ha podido contabilizar con exactitud cuántas mujeres inmigrantes fueron sometidas a esterilizaciones forzadas. Wooten dice que la principal dificultad para estas mujeres era el idioma, ya que solo las detenidas hablaban español: “No sé si esas mujeres inmigrantes entendieron totalmente que eso iba a pasar, dependiendo de quién se los dijera”.
La denuncia fue presentada junto a la organización “Project South”, en esta destacan también la “falta de atención médica, prácticas laborales inseguras y ausencia de protección contra el Covid-19 para inmigrantes detenidos y empleados”.
En 2019, una mujer no identificada dijo a “Project South” que había sido víctima de una de esas operaciones. “Pensé que era como un experimento en un campo de concentración. Era como que ellos estaban experimentando con nuestros cuerpos”, dijo.
Por su parte, el ICE ha respondido que investigarán todos los delitos narrados en la denuncia, pero enfatizan que “las acusaciones anónimas, no comprobadas, hechas sin ningún detalle que verifique los hechos, deben ser tratadas con el escepticismo apropiado que merecen”.
En su denuncia, la enfermera asegura que también se realizaban otras malas prácticas al interior del centro, como la negación a examinar detenidos ante la posibilidad de que tuvieran Covid-19, o la destrucción de registros médicos.
Wooten compartió que las mujeres detenidas en la Unidad C se quejaron de tener fiebre y dolor de garganta durante la pandemia. Sin embargo, la HSA no les hizo pruebas de Covid-19, restando importancia a los síntomas de los inmigrantes y afirmando que «todo lo que quieren es atención… Todos quieren hacerse la prueba de Covid-19».
Wooten declaró que incluso si un inmigrante detenido tuviera síntomas de Covid-19 como fiebre, la enfermera no haría nada más que ponerle un medicamento para el resfriado sin receta durante siete días sin analizarlo para detectar Covid-19.
De acuerdo con el documento de “Project South”, la unidad médica no solo minimizó la necesidad de evaluar a los inmigrantes para detectar Covid-19, sino que también se negó a utilizar dos máquinas de prueba rápida Covid-19 que ICE había comprado por $ 14,000 cada una. Ningún personal médico había sido capacitado para usarlos.
La enfermera fue removida de sus funciones a tiempo completo luego que levantara quejas sobre la forma en que el centro de detención trataba a los enfermos con Covid-19.
Redacción Lechuguinos