Los ataúdes en Bolivia, pululan por doquier lo que evidencia que la gestión de la dictadora Jeanine Añez llevó al colapso a la nación ante el Covid-19.
Las autoridades de Cochabamba (Bolivia) informan del recojo diario de unos 23 cuerpos de fallecidos sospechosamente por coronavirus, de casas o espacios públicos y al deambular por la calles se aprecian ataúdes por doquier.
Los casos de personas que fallecen en la calle o a las puertas de centros sanitarios con síntomas del nuevo coronavirus, causante de la COVID-19, se suceden desde hace semanas en distintas ciudades de Bolivia. Cochabamba, ubicada en el centro del país, se ha convertido en el foco de atención debido a que varios difuntos fueron dejados en la calle o velados en la vía pública sin que se conozca de inmediato las causas de la muerte.
Las escenas de ataúdes o cuerpos forrados con plástico negro colocados fuera de las casas los últimos días parecían similares a las ocurridas en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil que fue duramente golpeada al inicio de la pandemia. Esto ha construido un cuadro de dramas que bien representaría a la situación de colapso que comenzaba a extenderse en las principales ciudades bolivianas.
“Estamos en una situación muy delicada porque los fallecimientos van en aumento y tenemos cada vez menos personal para recoger los cuerpos y tomarles muestras oportunamente”, ha declarado este lunes Rubén Castillo, el jefe de Epidemiología del departamento de Cochabamba, alertando de que no cuentan con “la capacidad para realizar una prueba de inmediato a los cuerpos debido a la alta demanda”.
Esta situación hace evidente la incapacidad del sistema de prevención para detectar la mayor parte de los contagios de COVID-19 antes de que los pacientes pierdan la vida, lo que ha generado protestas vecinales en la ciudad boliviana desde hace días, mientras las autoridades aseguran que están excavando fosas de urgencia y está en proceso la ampliación del crematorio.
Otras ciudades bolivianas también viven dramas parecidos. Durante la última semana, al menos dos personas sospechosas de COVID-19 fallecieron en La Paz (capital) en la entrada de hospitales públicos donde les negaron atención por falta presuntamente de espacio.
Mientras tanto, el gobierno de la autoproclamada Jeanine Áñez, en vez de invertir en el sector de la salud en plena pandemia que afecta a todos los países del mundo, autorizó el pasado marzo la asignación de más de cinco millones de dólares para la compra de agentes químicos que se utilizan en la represión de manifestantes en su contra.
El gobierno de facto, además, es censurado por rechazar la ayuda solidaria médica que pueden brindar China y Cuba en la lucha contra la crisis pandémica y preferir ganar privilegios en las diferencias ideológicas frente a la salud de su pueblo.