El ex jefe del Ejército colombiano, bajo el gobierno del criminal de Álvaro Uribe, fue imputado por 104 ejecuciones extrajudiciales.
El general Mario Montoya, quien era comandante del Ejército de Colombia en el gobierno de Álvaro Uribe, años en que se produjeron la mayoría de los «falsos positivos», el eufemismo con el que se conocen las ejecuciones extrajudiciales de civiles por parte de las fuerzas militares, tuvo un rol clave en más de un centenar de estos asesinatos, ha dicho el fiscal, Francisco Barbosa.
“Lo vamos a imputar como el determinador por homicidio agravado en concurso homogéneo simultáneo de 104 de los llamados falsos positivos o ejecuciones extrajudiciales en Colombia, dentro de las cuales hay cinco menores de edad”, anunció Barbosa, reseña El País.
La noticia era un pedido desesperado de las víctimas y llega días después de que la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), el tribunal de justicia transicional surgido de los acuerdos de paz, imputó a otros 15 militares por 127 asesinatos de civiles presentados como ‘falsos positivos’.
La Fiscalía de Barbosa había sido criticada por no avanzar con las investigaciones sobre ejecuciones extrajudiciales que llevaban años en la justicia ordinaria. Con la decisión sobre el exjefe del Ejército, Barbosa busca alejar esa imagen de impunidad.
: El fiscal agregó que habrá otras imputaciones contra miembros del Ejército, incluidos generales. La investigación contra Montoya, comandante durante el segundo Gobierno de Álvaro Uribe, indica que el general desconoció una orden del comandante de las Fuerzas Militares de privilegiar las capturas y desmovilizaciones de guerrilleros.
Era 2007 y ya se conocían denuncias sobre asesinatos de civiles a manos de soldados. A pesar de esto, durante todo el 2008, Montoya fue a brigadas militares promoviendo una “política de premios” a aquellos oficiales que presentaran más muertos, los comparaba en un ranking y presionaba para privilegiar las bajas en combate.
Luego, las víctimas eran presentadas como resultados operacionales y servían a la narrativa de que el Gobierno estaba ganando la guerra contra la guerrilla de las FARC. Pero se trataba de civiles a los que los soldados disfrazaban de combatientes. “En las diligencias de muchos de esos crímenes aparecían personas vestidas donde ni siquiera los impactos de bala cruzaban la ropa. Encontramos víctimas en esos expedientes que tenían dos zapatos derechos o dos izquierdos en los pies”, dijo Barbosa.