Tras el escándalo de corrupción de Bolsonaro en compra de vacunas anti-COVID-19, el Senado pedirá a la Corte Suprema evaluar su destitución.
El pasado 18 de mayo, el jefe de importaciones medica del Ministerio de Sanidad de Brasil, Luis Ricardo Miranda, recibió una factura sospechosa de 45 millones de dólares por una empresa fantasma de Singapur, para compra de tres millones de dosis de la vacuna Covaxin (vacuna contra coronavirus, causante de la COVID-19) de la empresa india Bharat Biotech. La factura se ha convertido en la “punta de iceberg” de un escándalo que puede llevar de nuevo al presidente ultraderechista brasileño, Jair Bolsonaro, a un nuevo intento de impeachment con fines de destitución.
Al respecto, la Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) del Senado de Brasil que supervisa la gestión gubernamental ante el coronavirus anunció el domingo que comunicará con la Corte Suprema del gigante suramericano sobre delitos de corrupción de Bolsonaro, quien está blanco de críticas por su negligente gestión y postura negacionista sobre la gravedad de la pandemia, sigue guardando silencio ante la trágica cifra de 500 000 muertos por el virus.
“No hay situación más grave que la escuchada hasta ahora. No hay, en la historia de las comisiones parlamentarias de investigación, en las dos circunstancias de impeachment (juicio político) que tuvimos en la época republicana desde 1988, algo tan grave”, dijo a la prensa el vicepresidente de la CPI, Randolfe Rodrigues.
Según el vocero, los senadores del comité trabajan para identificar y ayudar a castigar a los “psicópatas” responsables de las más de 500 000 muertes por el nuevo coronavirus.
El también diputado del senado brasileño indicó que, con revisar solo las impugnaciones escuchadas en los últimos 30 años, las cuales no llegan a “un tercio de la gravedad de lo visto en esta CPI”, existen pruebas suficientes para destitución al actual mandatario.
Brasil fue el pasado sábado epicentro de nuevas protestas a raíz de la escalofriante cifra de decesos por la pandemia. Los manifestantes en Río de Janeiro, Brasilia (capital brasileña) y Recife, entre otras 15 urbes, expresaron su malestar con el Ejecutivo, pronunciando consignas como: “Fuera Bolsonaro”, “Fuera genocida”, “Gobierno del hambre y el desempleo”, “Vacuna ya” y “Vacuna en el brazo y comida en el plato”.
En este marco, el expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva tacha de “genocidio” la muerte de medio millón de personas por una enfermedad que “ya tiene vacuna” y así responsabilizando a Bolsonaro por el sucedido.