Hace 19 años el pueblo bolivariano salió a las calles en defensa del presidente Hugo Chávez, en una gesta popular que marcaría para siempre el devenir histórico de la Revolución Bolivariana.
Consumado el golpe de Estado que iniciara en Venezuela el 11 de abril de 2002 con la Masacre de Puente Llaguno, y la posterior autojuramentación presidencial del titular de Fedecámaras (gremio empresarial), Pedro Carmona Estanga, el pueblo bolivariano protagonizó una gesta popular por el regreso al poder de Hugo Chávez que marcaría para siempre el devenir histórico de la Revolución Bolivariana y el futuro político del país.
El sábado 13 de abril, desde tempranas horas de la mañana los seguidores del presidente Chávez iniciaron protestas en todo el país exigiendo el retorno del mandatario constitucional que permanecía secuestrado por factores golpistas en la base militar de la insular Isla de La Orchila.
En Caracas, las principales autopistas que enlazan la ciudad capital con el oriente y occidente venezolano comenzaron a ser trancadas por los manifestantes mientras una multitud de ciudadanos bajaba de forma espontánea desde las barriadas populares en los cerros en dirección al Palacio de Miraflores (sede de Gobierno).
Con las consignas «Chávez, amigo, el pueblo está contigo» y «Chávez no renunció, lo tienen secuestrado», el pueblo revolucionario copó las calles adyacentes al palacio presidencial bajo un silencio mediático intencional de los principales canales de televisión que se limitaron a transmitir películas y series de dibujos animados.
Alrededor de un millón y medio de personas exigían en todo el país el respeto a la Constitución nacional y el regreso de Chávez, que oficialmente no había renunciado a la presidencia pese a un comunicado del grupo golpista que así lo había informado de manera falsa en cadena nacional.
En tanto, la emblemática 42.ª Brigada de Infantería Paracaidista del Ejército venezolano con asiento en la ciudad de Maracay del estado Aragua, declara su adhesión al orden constitucional y activa la Operación de Rescate de la Dignidad Nacional, a la que rápidamente se plegó la Guardia de Honor Presidencial en unión cívico-militar con el pueblo reunido en Miraflores.
Al advertir el movimiento de las tropas y la multitud de ciudadanos en torno a la sede de Gobierno, los golpistas que permanecían agazapados al interior del edificio comienzan a huir de forma apresurada.
Recuperadas las instalaciones del Palacio de Miraflores el entonces vicepresidente constitucional, Diosdado Cabello, es juramentado como presidente provisional de Venezuela según lo establecido en el artículo 234 de la Carta Magna.
Horas más tarde, en la madrugada del 14 de abril, un grupo comando integrado por militares leales efectúa el rescate de Chávez en la Isla de la Orchila en el Caribe venezolano, y trasladan al presidente hasta Miraflores donde es recibido por una multitud que coreaba «volvió, volvió, volvió».
Tan solo 48 horas bastaron para que el pueblo y las fuerzas armadas en perfecta unión cívico-militar rescataran al líder de la Revolución Bolivariana y lo instalaran nuevamente en el poder, derrotando la breve dictadura oligarca fraguada por elementos de la derecha venezolana, el sector empresarial, la Iglesia Católica y el imperialismo estadounidense.
Desde entonces, la unión cívico-militar ha sido el factor determinante para impedir una y otra vez las pretensiones conspirativas de la derecha que ahora se ciernen sobre el Gobierno del presidente Nicolás Maduro en forma de un golpe de Estado continuado.